La reacción del principal índice bursátil estadounidense, el Dow Jones Industriales, no deja lugar a dudas. Como se ve en el gráfico adjunto, la euforia se ha adueñado del mercado tras la confirmación de la esperada noticia. La Reserva Federal de Estados Unidos ha vuelto a sacar su artillería pesada y volverá a inyectar liquidez para activar la economía. Lo que los expertos denominan QE3 y que ya va por la tercera ronda en lo que va de crisis.
Aunque para conocer los detalles habrá que esperar a la rueda de prensa del Ben Bernanke, sí se ha adelantado que inicia una ronda de compras a gran escala de deuda hipotecaria. En concreto comparará a partir de mañana, hasta 40.000 millones de dólares mensuales de bonos respaldados por hipotecas (no de los activos más seguros del mercado). En contra de lo ocurrido en anteriores medidas de estímulo, en esta ocasión no ha puesto fecha a la finalización del programa
Además, ha prometido que mantendrá los tipos bajos hasta mediados de 2015 y no hasta finales de 2014 como estaba previsto.
Los últimos datos de empleo de agosto mostraron la debilidad de la economía, al crear sólo 96.000 millones de empleo, frente a los 141.000 creados el mes anterior. Esto, unido a que la economía de EEUU crece un 1,7%, su ritmo más bajo desde finales de 2011 han llevado a la Reserva Federal a cumplir la promesa reiterada en las últimas reuniones de intervenir cuando la economía lo necesitara.
Lo que no está demasiado claro si quien lo necesita es la economía estadounidense o su presidente. Los malos datos están perjudicando la reelección de Barack Obama y está claro que una inyeccion de liquidez a poco menos de dos meses vista de las elecciones puede suponer un buen apoyo para su candidatura.
De hecho ese era el motivo por el que la mayoría de los analistas había apostado por una nueva edición del QE3 en este momento, ya que la de hoy era prácticamente la última reunión de la Fed fuera de período electoral.
Lo que no está tan claro es que la inyección vaya a ser suficiente para reactivar la economía después de lo ocurrido en anteriores intentos. Entre noviembre de 2008 y marzo de 2010, la Fed inyectó 1.725 billones de dólares que sirvieron, sobre todo, para sacar a los mercados de shock que sufrieron tras la quiebra de Lehman Brohters, aunque no tanto para activar la economía real que siguió sufriendo sobre todo los estragos de desempleo y, por tanto, el escaso apetito por el gasto, verdadero motor de la economía estadounidense.
Ante esa debilidad, llegó un segundo QE3 en noviembre de 2010 que se extendió hasta junio de 2011. En esa ocasión, el helicoptero de Beni ( como le llaman en la jerga financiera) imprimió 600.000 millones de dólares. Pero en esta ocasión ni la bolsa subió tanto, ni muchos menos tuvo gran impacto en la economía real.
En esta ocasión, se desconoce la cuantía total a inyectar. Pero son muchos los analistas que opinan que este tipo de operaciones pierden efectividad con el tiempo que esta tercera ronda tendrá un impacto mucho menor que las dos anteriores.