¿Recuerdan el cuento de la lechera? Si, aquel en que una joven acababa de recoger la leche de su granja y cuando se dirigía al mercado para venderla empezó a soñar sobre las posibles operaciones de compra-venta sucesivas de productos (nata, mantequilla, huevos, etc … que podría hacer para ir multiplicando sus beneficios y finalmente poder comprarse un fascinante vestido. Un tropezón hacía caer la leche al suelo mientras imaginaba el maravilloso proyecto dejándolo en eso, un mero sueño irrealizable.
Habitualmente se hace referencia a este cuento en relación a algo que difícilmente se pueda producir, es decir un hecho posible pero improbable.
Pues bien, eso es lo que muchos han debido pensar escuchando al Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, al defender en el Congreso los Presupuestos Generales del Estado para 2013, año que espera sea el último de recesión y en el que se abra la puerta al crecimiento y al empleo. Sinceramente, nada me alegraría más como ciudadano y economista que tenga razón y se cumpliese su escenario, sin embargo en virtud de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde apuntan la gran mayoría de indicadores de actividad parece posible pero improbable que así sea.
Las previsiones que maneja el Ejecutivo español están alejadas de las que día a día nos dan a conocer diversos organismos. Desde el FMI en el ámbito internacional al servicio de estudios del Banco de España o Funcas ( fundación de Cajas de Ahorros ) a nivel doméstico, se espera un deterioro de la economía española en 2013 superior. Este último organismo, Funcas, ha anunciado esta misma semana su previsión del PIB para 2013 del –1,5% frente al –0,5% que espera el Gobierno.
Más allá de la cifra que unos u otros prevean, lo verdaderamente relevante es el doble impacto negativo que tendría por un lado menor actividad económica y, por otro, estrechamente relacionado, un aumento del desempleo. Las expectativas de ingresos y gastos sobre los que se apoyan los PGE de 2013 saltarían literalmente por los aires ante desviación de actividad y desempleo. No hace falta ser premio Nobel de Economía para anticipar que menor actividad económica implica menores ingresos para el Estado ( principalmente vía impuestos y cotizaciones sociales ) y mayores gastos (estrechamente relacionados con el desempleo). Del cóctel de ambos ingredientes el resultado es mayor déficit público, azote del Estado en los últimos tiempos
Por tanto, y volviendo al símil del cuento de la lechera, esperemos que la realidad no haga tropezar las expectativas del Ministro dejándolas en eso, meras expectativas, porque del tropiezo de éstas vendría la caída del equilibrio presupuestario e incremento del déficit público.
No se trata de inclinarnos hacia un sesgo catastrofista, en absoluto, pero sí de hacer un ejercicio de realismo y anticipar las implicaciones que conllevaría la confirmación de estar ante la versión presupuestaria del cuento de la lechera.
Miguel Pareja
Gestor de Bolsa3 SV
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