La semana pasada todos nos congratulábamos ante la noticia de que el Banco Santander lanzaba al mercado, o mejor dicho al mercado de sus propios clientes, unas condiciones inmejorables para los titulares de las hipotecas comercializadas por el banco.
Recordemos que se trataba de un máximo de tres años de carenciapara todas aquellas familias en las que algún miembro se hubiera quedado en paro o bien los autónomos que pudieran justificar una pérdida de ingresos del 25%.
Una medida que, en un principio, parecía totalmente positiva, pero que también tiene sus puntos negros, sus desventajas. No hay que olvidar que un período de carencia es aquel en el que el titular hipotecario deja de amortizar capital y se dedica a pagar sólo intereses.
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