Las emisiones de deuda se han disparado en los últimos meses y la perspectiva es que la tendencia continue en los últimos meses. Lo más curioso es que muchos analistas apuestan por ellas, como es el caso de los encuestados por Consensus Forecast, que esperaban un alza de tipos en los bonos durante agosto. La realidad ha sido bien diferente y esto lleva a preguntarse si resulta interesante comprar deuda a estos niveles con el objetivo de mantenerla hasta el vencimiento más allá de la mera especulación. Esto es precisamente lo que se plantea Enrique Roca.
La caída de los tipos nominales de los bonos en los últimos tiempos está motivada por tres factores ligados a la inflación, tipos de interés y previsiones de crecimiento.
En el primer caso, nos encontramos con las expectivas de menor inflación ligada al crecimiento. Es decir, las previsiones iniciales de inflación se están viendo afectadas por la revisión de los últimos datos de crecimiento. Y es que los indicadores adelantados, tanto públicos como privados, han alterado las perspectivas de crecimiento mundial para el segundo semestre hasta situarlo en el 2,3%. A esto debemos añadir que las últimas encuestas del Banco Central Europeo sobre objetivo de inflación lo mantienen en el 1,4-1,8% para los próximos años, lo que no concuerda con la incertidumbre dominante. Tanto es así que un 43% de los encuestados cree que es posible que en cinco años la inflación permanezca por del 2,5% o por debajo del 1,5%. Para 2011, el rango en el que se mueven es todavía más amplio y varía del 0,5% al 2,3%.
Sin embargo, los mercados tienen algo más claro que las expectativas de inflación son menores y así la cotización de los bonos ligados a la inflación y los swaps muestran una caída al respecto de medio punto desde mayo.
El segundo elemento a tener en cuenta es la bajada de los tipos reales, para lo que también existen razones económicas como el proceso de desapalancamiento privado, la acumulación de reservas en los países emergentes, el aumento del ahorro como consecuencia de la crisis, la caída de la inversión pública y privada y los programas de reducción del déficit público y de subida de impuestos. En el último ciclo de despalancamiento privado (1930-1945) los tipos alcanzaron en USA mínimo nominal del 1.95% en 1941.
Por último, también nos encontramos con una serie de factores técnicos como el flujo de capital de fondos monetarios que ya ha acudido a los bonos de renta fija -en EE.UU. el patrimonio de los fondos monetarios ha caído en 1.000 millones de dólares, de los cuáles 560 han ido a parar directamente a bonos, mientras que la sangría en renta variable ha sido bastante menor-
Entonces, si la inversión se desplaza hacia los bonos, ¿Resulta recomendable invertir en ellos? parece que no. Debemos tener en cuenta que parte de este flujo comprador se debe a la creencia de que ahora mismo es la mejor inversión, pero dentro de este movimiento de capital también existen una parte especulativa que sólo espera la la materialización de la segunda ronda del Quantitative Easing con la reinversión de los vencimientos de los MBS en deuda. Sin embargo, en esta ocasión no parece que esta nueva ronda vaya a desatar expectativas inflacionistas.
En este entorno, han surgido diversos artículos en medios de comunicación hablando de la posibilidad de comprar bonos a 10 años como un buen negocio. El problema radica en que se basan en un escenario que difícilmente pueda mantenerse, ya que supone mantener la hipótesis de rentabilidad real cero salvo que descontemos una recesión que nos lleve a una deflación con precios negativos. Por eso mismo ahora lo importante es ser conscientes de lo que compramos y el entorno en el que lo hacemos. En este sentido, la recomendación más lógica es que quienes tengan renta fija, ciñan su stop loss con una media móvil para evitar posibles sobresaltos y quienes estén fuera del mercado permanezcan fuera, a no ser que se trate de especuladores.
Los bonos son una buena herramienta para preservar el capital a la espera de tiempos mejores, aunque para eso existen productos de inversión más adecuados y menos arriestados en estos momentos: los depósitos remunerados, que están más protegidos ante una hipotetica subida de tipos de interés que tendrá que llegar en algún momento. Este dependerá en buena medida de la evolución macroeconómica, pero por ahora lo que parece esperarnos es un eontorno de bajos crecimientos, inflación controlada y bajos tipos de interés reales.
En este escenario, la prima de riesgo para los inversores debe ser más alta que en un mercado estable, ya que también son mayores los riesgos. Roca apuesta en este entorno por una cartera de acciones europea con exposición a emergentes, alta rentabilidad por dividento -que además sea sostenible y creciente- y con historias de fusiones y adquisiciones. Esta cartera debería ser capaz de batir a los bonos en un plazo de cuatro a cindo años, pese a que a corto plazo la situación sea de inestabilidad.