Las Agencias de Calificación, o el timo de la estampita

El pasado 3 de diciembre, la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) presentó el trabajo «Las Hijas de Elena: La Triple A«, un estudio sobre las Agencias de Calificación Crediticia realizado en colaboración con la Universidad Politécnica de Madrid.

El trabajo realizado se centra especialmente en el análisis de las agencias Moody’s, Standard & Poors y Fitch, analizando su historia y su estructura, así como los diferentes tipos de calificaciones y la metodología que usan para emitirlas.

Oscurantismo metodológico, falta de calidad y abuso de poder

El informe acusa a estas agencias de calificación de constituir un oligopolio que impide la entrada en el mercado de nuevas firmas.  Sólo el 4% del mercado de las calificaciones está en manos de otras agencias y, aunque hay muchas otras agencias por el mundo, el oligopolio ejercido por estas tres agencias dificulta enormemente su entrada en este mercado.

Como causa más importante de la existencia de este oligopolio, el informe apunta directamente a las personas tan poderosas e influyentes que están detrás de dichas agencias de calificación.  Concretamente, Warren Buffet está detrás del accionariado de Moody’s, agencia que cuenta con Bill Gates en su Consejo de Administración y con el apoyo de la poderosa familia Rockefeller.

Estas agencias utlizan, asimismo, lo que se conoce como la «profecía autocumplida«, mecanismo por el cual un descenso de calificación provocará la catástrofe de los evaluados, que se verán afectados por el aumento de los intereses y encontrarán mayores dificultades a la hora de contratar con otras instituciones o entidades financieras.

Asimismo, el informe también acusa a estas agencias de calificación de ejercer un clarísimo abuso de poder, al emitir calificaciones no solicitadas o al poner en marcha la denominada estrategia del «rating shopping» con el objetivo de mantener un mercado cautivo.  Arbitrariedad y oscurantismo metodológico forman también parte de la forma de actuar de estas agencias, al emitir calificaciones subjetivas basadas en gran parte en la opinión de sus analistas, y al no conocerse los parámetros, principios, leyes, ecuaciones y datos que utilizan para realizar sus evaluaciones.

Omisión de responsabilidades

Estas agencias, que a menuda están inmersas en conflictos de intereses provocados por su doble condición de calificadoras y consultoras, practicas asimismo un claro ejercicio de omisión de responsabilidad al defender que ellas sólo emiten opiniones que no deben sustituir al análisis del inversor.  Sin embargo, estas opiniones, disfrazadas con ropajes y pseudoavales científicos, tienen un peso decisivo a la hora de facilitar o de dificultar que las empresas, instituciones y organismos puedan financiarse en los mercados de capitales.

Esta omisión de responsabilidades es posible por que las agencias de rating están inscritas como agencias de información, lo que hace posible que puedan dedicarse a emitir opiniones de las que no tienen por qué hacerse responsables.  Para Juan Pazos, catedrático de la UPM, estas agencias de calificación son «como el timo de la estampita pero de forma más sinvergüenza».

 Conclusiones del estudio

El estudio concluye afirmando que estas agencias tienden siempre al catastrofismo, siendo conscientes de que éste siempre opera a favor del vaticinador.  También se señala que es muy difícil certificar la falsedad de sus vaticinios, ya que son realizados sin fecha de cumplimiento.  Entre las conclusiones del estudio se indica la necesidad de realizar una profunda reforma del mercado de las agencias de calificiación para eliminar el oligopolio existente, así como la necesidad de crear una entidad que evalúe y supervise a las agencias de calificación para garantizar que el inversor recibe la mejor información posible.

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